Como se dijo anteriormente, la civilización romana puede dividirse en distintos periodos de tiempo de acuerdo al desarrollo de sus formas políticas. Según el mito de nacimiento de Roma más conocido, dícese que los ciudadanos romanos eran descendientes de Rómulo y Remo, hermanos que fueron alimentados por una loba. Posteriormente, Rómulo -al asesinar a su hermano- decide fundar la ciudad.
Monarquía
Roma tuvo siete reyes, los cuatro primeros eran nativos del lugar (latinos y sabinos), y los tres últimos de origen etrusco. Sus instituciones principales fueron:
El Rey, que tenía poderes políticos, militares y religiosos. Dirigía el Estado, era jefe del ejército, sumo sacerdote y juez supremo. Su cargo era vitalicio, no hereditario.
El Senado estaba integrado por los jefes de las familias patricias. Sus funciones eran consultivas: asesoraban al rey en sus actividades. Duraban en el cargo toda su vida.
Por otro lado, la Asamblea o Comicios por Curias estaba formada exclusivamente por los patricios. Sus funciones eran variadas, por ejemplo, la aprobación de las declaraciones de guerra y de los tratados de paz. La elección del rey debía ser aprobada por esta Asamblea, que realizaba la votación por medio de las curias.
Durante la monarquía, la sociedad estaba organizada en tres clases sociales, que sufrieron variaciones a la largo de la historia romana:
Patricios: eran el sector dirigente y privilegiado, solo ellos tenían derecho a votar y a ocupar cargos políticos y religiosos. Constituían el grupo más rico y se consideraban descendientes de los fundadores de Roma y estaban organizados en un sistema de familia. Varias familias patricias se agrupaban en un Clan. Los clanes, a su vez, se agrupaban de a diez formando una curia. El nombre Patricio deriva del latín patris: padre, y alude a los jefes de clanes, que siempre eran varones.
Plebeyos: aparecieron como producto de la formación de la ciudad y conformaron un grupo social nuevo: la plebe (del latín plebs: multitud). Se los consideraba hombres libres pero no ciudadanos por lo cual se hallaban excluidos de la vida política y religiosa. Les estaba prohibido contraer matrimonio con integrantes del patriciado. Los plebeyos eran, en gran parte, campesinos, comerciantes y artesanos.
Esclavos: se encontraban en la escala inferior de la sociedad. Por lo general se obtenían de las conquista de territorios ganadas a los bárbaros por el ejército romano. Eran propiedad absoluta de sus dueños y no gozaban de derecho alguno. Se dedicaban a todo tipo de tareas, desde las rurales hasta las artesanales o domésticas.
República
Luego de la revolución del 509 a. C. la monarquía romana fue reemplazada por una república que se mantuvo por más de cinco siglos, hasta la creación del imperio a fines del siglo I a.C. A lo largo de este tiempo sufrió transformaciones: primero fue un gobierno de carácter aristocrático, luego llegó a ser casi democrática, aunque mantenía privilegios de fortuna; posteriormente el gobierno quedó en manos de una oligarquía. El término República (del latín res publica: cosa pública) indicaba que los ciudadanos romanos eran quienes tomaban las decisiones en las cuestiones que pertenecían a la comunidad, y quienes integraban y dirigían las instituciones del Estado.
Con la instauración de la república, el poder del Estado -antes concentrado en la figura del rey- se dividió en varias instituciones políticas:
Senado: integrado por 300 miembros vitalicios. Se ocupaba de los asuntos militares, la política exterior, las cuestiones económicas y el culto público. Era el verdadero dueño del poder durante la República.
Asambleas: Eran tres: los Comicios Curiados o Asambleas de las Curias -que en esta etapa perdieron el poder que tenían durante la monarquía y solo se ocuparon de temas religiosos-, los Comicios Centuriados o Asambleas de las Centurias, que elegían a los funcionarios superiores, como cónsules, pretores y censores; y la Asamblea de la Plebe, que elegía a ediles, cuestores y tribunos de la plebe.
Magistraturas: era un cuerpo de funcionarios que se encargaba de dirigir el Estado y el funcionamiento de la ciudad, los cargos eran anuales, colegiados, electivos y gratuitos.
Entre algunas de las magistraturas podemos destacar a:
Cónsules: había dos cónsules, que eran los jefes militares y políticos de la ciudad.
Censores: elaboraban el censo o lista de ciudadanos con sus respectivas fortunas y vigilaban las costumbres.
Pretores, que administraban justicia.
Ediles: se ocupaban de la sanidad, del abastecimiento del agua potable y comida, de la seguridad del comercio, de los espectáculos públicos y de los caminos
Cuestores: administraban las finanzas públicas.
Tribuno de la Plebe, que era un defensor de este grupo social.
En su primer siglo de vida la República buscó y alcanzó la unificación de la península itálica en tres etapas: la conquista del Lacio, la conquista de Italia y la conquista del sur de Italia. Un siglo después, la república romana se convirtió en la fuerza unificadora de toda la zona del mar Mediterráneo. Este proceso, desarrollado a lo largo de doscientos años, se efectuó en dos frentes: el Mediterráneo occidental (se enfrentó al poderoso imperio de Cartago en las famosas guerras púnicas) y el Mediterráneo Oriental (conquistando los reinos Helenísticos, Macedonia y Siria). Los territorios conquistados fueron convertidos en provincias que estuvieron gobernadas por autoridades nombradas desde Roma.
Con los cambios introducidos en la organización económica y social por la conquista del Mediterráneo, la vida política de la república romana no podía seguir manteniéndose tal como hasta entonces. Desde el siglo II a.C. Roma se vio sacudida por conflictos que acabaron por generar las guerras civiles. En el siglo I a.C., la situación romana fue muy tensa, se produjo una división entre el sector popular y el partido senatorial.
Los jefes militares que se habían destacado en las conquistas, comenzaron a intervenir en los asuntos políticos. Actuaron según sus preferencias en favor del sector popular o del senatorial y provocaron un extenso período de guerras civiles. La primera guerra civil que enfrentó a los generales Mario y Sila, terminó en el año 82 a.C. con el triunfo de Sila, quien fue nombrado dictador por el senado. Luego Julio Cesar se enfrentó a Pompeyo y lo derrotó. En 44 a.C. adoptó a Octavio, su sobrino nieto; ese mismo año, un grupo de senadores opositores a César lo asesinó en las escalinatas del Senado. Para
sucederlo se enfrentaron Octavio, Marco Antonio y Lépido. El vencedor fue Octavio, quien concentró todo el poder, y el senado le dio el nombre honorífico de Augusto (persona sagrada).
El Imperio, la pax romana y decadencia
La historia del Imperio Romano puede dividirse en dos grandes etapas: el Alto Imperio (siglos I y II d.C) y el Bajo Imperio (siglos IV y V d.C), separadas por un período de profunda inestabilidad política, disturbios internos e invasiones extranjeras que caracterizan el siglo III de nuestra era.
Durante el ALTO IMPERIO, el régimen imperial fue creación de Augusto, quien estableció en Roma un sistema de carácter monárquico, pero de apariencia republicana. Con el título de Príncipe (el primero con derecho a la palabra en el senado) concentró el poder en sus manos. Se lo invistió también de los poderes de cónsul y tribuno y más tarde se lo nombró también pontífice máximo. Con el título de imperator le fue adjudicado el mando de todas las fuerzas de tierra y mar. Este título dio nombre al régimen que Augusto inauguró: Imperio. Los dos siglos posteriores a su muerte se caracterizaron por la conservación del Régimen establecido, es decir, una monarquía de hecho con apariencia republicana. La administración se perfeccionó y el imperio, bajo el dominio de un poder central, consiguió una paz interna que duró dos siglos y fue conocida como la paz romana.
Durante el siglo III se produjo un colapso integral de la civilización romana. Los jefes militares comenzaron a luchar por el poder. Los enfrentamientos debilitaron la organización imperial y las luchas se extendieron por todo el territorio.
Durante el BAJO IMPERIO, el Estado tomó características muy distintas de las del Alto Imperio. El emperador, investido de una "misión divina", era un monarca de derecho pleno y hereditario. Con el apoyo del ejército controlaba toda la vida política, económica y religiosa. Desapareció la apariencia republicana. Los ciudadanos perdieron sus derechos políticos y se transformaron en súbditos, es decir, debieron someterse a las decisiones del emperador. Entre los emperadores del Bajo Imperio se destacaron Diocleciano y Constantino. Para mejorar la defensa y la administración de territorios tan extensos, Diocleciano dividió el imperio en dos grandes regiones: Oriente y Occidente, y estableció la Tetrarquía (gobierno de cuatro): cada una de las partes quedaba a cargo de un emperador asistido por un César. Luego de su abdicación se reanudaron las luchas por el poder, las que se superaron cuando Constantino venció a sus rivales, fue reconocido como único emperador y trasladó la capital a Bizancio, que desde entonces se llamó Constantinopla. En el 395 de nuestra era el emperador Teodosio dividió el imperio entre sus hijos. El Imperio Romano de Oriente tuvo su capital en la ciudad de Constantinopla, mientas que la del Imperio Romano de Occidente fue Roma.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarcomo acabo el imperio?
ResponderEliminarNO SE ACABO
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar